Ya lo predecía el viejo villancico de los años cincuenta “ya nació el niño, ya tiene un diente, ya tiene ganas de calentar”. Para los colombianos, quienes son los habitantes del país más lluvioso del mundo (3250 ml al año) y adaptados a estas condiciones climáticas de lluvias torrenciales, ríos desbordados, derrumbes, bloqueos de vías, vegetación siempre verde y abundante fauna fue una sorpresa que las agencias meteorológicas nacionales e internacionales nos informaran en marzo de 2023 que se había iniciado un ciclo o rotación en el clima mundial y que las precipitaciones se desplazarían a otros países más secos.
Estas agencias nos dicen que la primera temporada de lluvias del año (marzo-junio) ya terminó, y que debemos prepararnos para enfrentar condiciones más secas por el fenómeno del niño.
Todos los medios de comunicación son reiterativos en que debido a la disminución de la velocidad y la dirección de los vientos Alisios que soplan en la zona ecuatorial de occidente a oriente no arrastrarán la humedad del océano pacífico hasta el norte de Suramérica, y en cambio, la depositará en las cosas de Perú y Chile.
Nos informan además que este es un fenómeno climático mundial y que traerá consigo muchos cambios en todos los continentes. Este ciclo traerá intensas lluvias en regiones desérticas donde no hay estructuras humanas para evacuar el exceso de agua. En cambio, en países como Ecuador y Colombia en los que llevamos más de 450 años haciendo cunetas, canales, puentes, desagües y drenajes no tendremos lluvias por un tiempo indeterminado.
Este fenómeno lo han llamado niño- niña (ENOS) y el cual había sido también predicho hace algún tiempo por una reina de belleza “nubes con lluvia, lluvias con viento, vientos sin nubes, del mismo modo y en sentido contrario”. Desde hace tres años estábamos en Colombia en un ciclo climático denominado la niña, es decir, de abundantes lluvias, pero en el Perú, Chile y Argentina, tenían sequias y escasez de agua. Así como para nuestro país ya acostumbrado y mas o menos preparado para la abundancia de lluvias es complicado no tenerlas, y tener incendios y chigüiros muriendo, para el cono sur es complicado tener mucha lluvia, con avalanchas, inundaciones y pérdidas en las faenas de pesca.
El fenómeno del niño-niña es mundial, tiene ciclos de tres a siete años es de intensidad variable y con resultados totalmente inciertos para la seguridad alimentaria de muchos países.
En condiciones neutras, las aguas ecuatoriales del océano pacífico son frías, pues los vientos alisios arrastran la evaporación hacia la cordillera de los Andes. Esta distribución tiene como consecuencia abundantes lluvias en la cordillera y vertimientos a la cuenca del amazonas. Si los vientos no alcanzan a llevarse la evaporación sobre el océano, las nubes la descargarán sobre la costa occidental del Perú normalmente seca y arenosa.
El fenómeno del niño como lo dicen ahora es un fenómeno bipolar, sequía en la parte norte de Suramérica y lluvias en el cono sur. Como lo decía la reina, el niño es sequía en Colombia e inundaciones en el Perú, y la niña es lluvia en Colombia y sequía en Perú. El niño es para Ecuador, Colombia, Venezuela, y gran parte de Centro América un clima deficitario en lluvias, esto hace que las plantas, sobre todo las cultivadas, sufran estrés hídrico, tengan menos hojas y cosechas más pobres.
Si bien, estas condiciones climatológicas hacen que se presenten menos enfermedades fungosas y bacterianas, también traen más insectos y plagas que producen daños más severos en los cultivos. Es necesario estar preparados para afrontar estas condiciones estrés hídricos, las que se pueden amortiguar de la siguiente manera:
- Sembrar con planificación en tiempo y área.
- Aplicar fertilizantes foliares con N-P-K.
- Aplicar protectores como Protec y Cover.
- Optimizar el riego por goteo y las aplicaciones al suelo con fertiaqua.
- Mejorar el control de insectos con insecticidas orgánicos.
Álvaro Valencia Rincón I.A